Sesion 1- La mina perdida de Phandelver

La aventura comienza en una lóbrega taberna en Neverwinter.

Bajo la tenue luz que emiten las velas de esta taberna se reúne un peculiar grupo de personas: cuatro dispuestos aventureros y un patrón con una necesidad acuciante.

Gundren Rockseer, minero enano, esta buscando ayuda para transportar unas mercancías al cercano pueblo de Phandalin. El y sus dos hermanos han descubierto un hallazgo que puede cambiar totalmente el devenir de la región.

Para ello, Gundren ha contratado a un grupo de aventureros

Estos cuatro forman un grupo singular. Virren, el elfo con un ojo siempre puesto en todo lo que brilla, o que se puede lanzar con un arco. Krom, un monje con gran temple pero que a veces pierde esta calma en pos de la batalla. Arez, el severo y recto paladín cuyo objetivo es ajusticiar todo el mal de los Reinos Olvidados y Lazslo, el dicharachero mediano cuyas baladas pueden aplacar la ira hasta incluso del mismísimo Asesino de Reyes.

Después de pertrecharse en Neverwinter, la compañía partió hacia su destino. Su patrón había salido unos días antes con un buen amigo, Sildar Hallwinter,  puesto que se tenían que ocupar de unos asuntos urgentes antes de su llegada.

Era un día soleado, y el grupo no encontró mas problemas que alguna rueda atascada y la sorpresa de las lluvias otoñales. Esto cambio cuando, cerca ya de su destino, se encontraron con los cadáveres de dos caballos en medio del camino y un estuche de mapas abierto tirado cerca de ellos. Cuando se acercaron a investigar este imprevisto, descubrieron muy a su pesar que estaban siendo victimas de una emboscada goblin. Estos no les causaron demasiados problemas y el único superviviente confeso que eran una avanzadilla de un grupo mas numeroso que habitaba en una caverna cerca de allí.

En aquel momento la compañía sospechó que estos caballos y el mapa podrían estar relacionados con su patrón, ya que descubrieron que unas huellas de bultos arrastrados se dirigían hacia la profundidad del bosque. Así que ni cortos ni perezosos, se dirigieron hacia el rastro.

Unas millas bosque adentro encontraron la entrada excavada en la roca natural a lo que parecía ser la guarida de la que el goblin les había hablado. Se encargaron de unos perezosos goblin que estaban distraídos de sus tareas de vigía y encararon la entrada a la gruta. Allí les recibió una incomoda bienvenida: tres lobos furiosos y hambrientos con pinta de pocos amigos.

 

Y aquí acaba la primera sesión de esta aventura, dentro de poco su continuación.